Los restaurantes están de moda. La cocina está cambiando. La hostelería es un negocio en alza que debe saberse llevar. Se abren muchos, la mayoría se mantienen, pocos tienen éxito y algunos son referentes.
¿Para qué asistimos a un restaurante? Afirmamos, sin margen de error, para disfrutar comiendo. Este es nuestro sello de identidad: elaborar platos que por su sabor, diseño y presentación en la mesa, nuestros clientes sientan pleno placer por la comida desde su primera visita. Y estar adaptada a todos los bolsillos.
A un restaurante se va a comer, y a comer bien. El objetivo es que el cliente repita, que vuelva otro día y que recomiende nuestra casa a otros.
Todo influye en la calidad. Desde la seleción del producto, la combinación equilibrada entre ellos, su manipulación o cocción óptima y la puesta en escena con su punto justo de creatividad, entre otros.
El asesor gastronómico elabora las cartas, pero no solo se gestiona un restaurante redactando un atractivo listado de platos. Existen más componentes complementarios a tener en consideración. El juego cooperativo es el recurso del éxito. El asesor conoce los juegos, propone el método y enseña a jugar al equipo: uno para todos y todos para uno.